El cuento de la criada, una de las novelas más célebres y prestigiosas de Margaret Atwood, constituye una mirada futurista a una sociedad totalitaria. Una mirada terrible y lúcida que denuncia la barbarie que pueden llegar a alcanzar los puritanismos extremos de toda índole y las ansias de dominio sobre los seres humanos privados del ejercicio del derecho a la libertad. En el estado de Golead, donde tras una hecatombe nuclear la población ha visto disminuida su capacidad de reproducción, las Criadas, vestidas con hábitos rojos de la cabeza a los pies, con el rostro cubierto con un velo transparente y enmarcado por una toca blanca, desempeñan una función esencial: concebir y dar a luz a futuros ciudadanos. Destinadas a esta empresa suprema, viven enclaustradas y reducidas a ser un cuerpo con una única misión: reproducirse.
“Debemos recordar que no hay nada nuevo en la sociedad descrita en El cuento de la criada excepto el tiempo y el lugar. Todo aquello acerca de lo que he escrito se ha hecho anteriormente, y más de una vez”, ha escrito la propia Margaret Atwood, incluída con una de sus obras en el famoso canon de Harold Bloom y galardonada en 2008 con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras.