Por primera vez un escritor cubano convierte los sucesos políticos que han sacudido la isla durante los últimos sesenta años en una fábula ucrónica. El país se desdibuja al paso de eventos que pudieron ser otros y que por no por supuestos, parecen menos reales. ¿Cómo habría lucido La Habana hoy, si Fidel Castro no hubiese llegado al poder en 1959? ¿Somos capaces de imaginar Cuba tras una guerra atómica, luego de la crisis de los misiles de 1962? ¿Y si el lugar de Fidel Castro hubiese sido tomado por el Che Guevara y en la Plaza de la Revolución, la imagen del primero fuera la que adornara los desfiles y discursos del segundo? Múltiples interrogantes recorren esta magnífica novela, donde, en la medida que avanza su lectura, vemos dibujarse ante nosotros una figura de tiempo, brutal, dañina, y tan creíble como la propia historia que nos ha sucedido.