«He vivido junto a los elfos y los hados. He derrotado a los gigantes de hielo con la Espada de la Victoria. He cabalgado a través del fuego con mi corcel Blodughofi. He conocido a la Noche Madre. He observado los nueve mundos desde el trono de Odín. He sido su mensajero… ¡Su fiel siervo!»
Se cuenta que, cada diez años, durante el equinoccio de primavera, los cinco hombres más ancianos y sabios del pueblo de Embla, como guardianes de su gente y con el fin de asegurar el equilibrio de sus fértiles tierras, se reúnen alrededor del Pozo de la Luna para contemplar el rostro que aparece reflejado en el agua. Desafortunadamente, en aquella ocasión, fue el de esa pobre niña que se había convertido, sin pedirlo, en el juguete de los dioses cuyos invisibles tronos se hallaban en las montañas.
“ALLAN CONSIGUE TRANSPORTARNOS A UN MUNDO TERRORÍFICO, PERO DEL QUE NO QUERRÁS SALIR JAMÁS"
Juan de Dios Garduño.