A Moni la muerte le pilla en una proyección astral; se queda incorpórea y sola en el mundo físico. Tiene que escoger entre continuar así, por siempre, o tomar posesión del único cuerpo que parece aceptarle: Ramona, que es todo lo contrario a ella, todo lo que no desea: frágil y dependiente. La nueva situación es una pesadilla para alguien como ella, pero tiene unas ventajas muy especiales que irá descubriendo. Va consiguiendo dominar la situación y luchando contra dos impulsos enormes: huir y establecer vínculos. Pero también corromperse. Mientras tanto, en el confín del mundo, sus huesos van de mano en mano y acaban en poder de un necromante. Tendrá que asumir pasado y presente de ambas para tener una mínima esperanza de futuro. Cuando la muerte no es el final, la vida depende de lo que haces mientras duermes. Algunas opiniones defienden que es un libro que habla del poder, de los distintos tipos y formas de ejercerlos; otras defienden que estamos ante una taxonomía de la figura de la mujer ante la vida y la muerte. Yo solo quise juguetear con los colmos: responder a ¿Qué es lo peor que le puede pasar a una madre? ¿Y a una profesional ante todo?, pero (como suele suceder) se me fue la olla: ¿Qué es lo peor que le puede pasar a una amante? ¿Y a una adolescente? ... ¿Y a un brujo necromante?

Baja fantasía