En su libro más audaz y extraño, Benjamin Bratton nos deja una colección de «short fictions» sobre violencia política, arquitectura y terrorismo; un ensayo-ficción escrito en clave de novela de espías y con un método psicótico de asociaciones paranoicas (o divina apofenia) en el que se mezclan las teorías conspirativas, los estudios literarios y la planificación urbanística de los insectos.
Desde la fallida ciudad futurista de Sanzhi hasta el plan maestro de las islas Spratly, desde el Proyecto Manhattan hasta los vínculos satánicos de la dictadura argentina, el autor de Terraformación va hilvanando con maestría episodios y personajes históricos que tienen el aroma de un reality devenido en drama teatral. El mundo se ha convertido en una interfaz para la guerra que sucede en otra parte; y la arquitectura es el lugar ideológico, geoestratégico y prospectivo para los sueños mesiánicos y la «violencia de diseño».
Plan de choque para derrotar el exceso futuro es un conjunto de narraciones que podrían leerse como una obra de autoficción, un cuento de terror o una fisura en la versión oficial de la historia, pero que prometen conducirnos al inevitable colapso entre lo real y lo imaginado.