Hamuel, sirviente de Dios, recibe el encargo divino de investigar la mayor de las abominaciones: un robot inteligente y consciente, una criatura hecha por el hombre a su propia imagen y semejanza, una afrenta contra la voluntad divina. A lo largo de la investigación, Hamuel descubriría cosas sobre sí mismo y sobre el mundo que le rodea que quizá habría preferido no saber. Pero una vez abiertos los ojos y contemplada la realidad, ¿es posible volver a cerrarlos?
Los celos de Dios Hace unos días en el blog leemaslibros (http://www.leemaslibros.com/cuatro-comienzos-en-busca-de-autor) se hablaba de la importancia de la primera frase de un libro. No podía dejar de pensar en eso al leer la primera frase de este libro:
“Dios lo esperaba inmóvil, al fondo de la gran sala”
Me pareció una premisa magnifica, ¡Dios mismo es una personaje de la novela!, esto ya es algo que promete. Asistimos a como Dios le encarga a uno de sus servidores una investigación. A partir de ahí tenemos una historia dentro de una historia, Hamuel el protagonista, tiene que reconstruir las vivencias de el primer robot autoconsciente, creado hace miles de años, basandose en registros antiguos. Esto permite al autor explayarse y meternos directamente en una historia de robots como las de Asimov. Paralelamente, también conocemos la historia de su pueblo, los cainitas, que son el pueblo elegido por Dios para servirlo.
El único problema que le he encontrado a la historia es que se vuelve previsible. A parte de ese detalle es apasionante, con algunas referencias a la historia de la ciencia ficción.
El momento de elegir un nombre para el robot es magnífico.
Recomendado para los amantes de las historias de de robots de Asimov.
16/02/2013