Camila llega a la casa con un vestido de novia empapado en sangre. Samil la recibe, pero cuando ella le dice que está lista para entregarse a él en matrimonio le pone la condición de hacer tres sacrificios por él. La novia está dispuesta a todo por conseguirlo. Acepta los lujos, también los retos y los misterios que llenan la casa. Se resiste a abrir la única puerta que él le ha prohibido, aquella que da al sótano donde, a veces, le parece escuchar voces que pronuncian su nombre. Sabe que Samil ha estado prometido con numerosas mujeres, y que todas ellas desaparecieron. No le importa: ella será quien se convierta en su esposa. Aislada en esa casa llena de secretos, Camila está dispuesta a perder su propia alma por conseguir lo que ama. Solo la visita Ana, su hermana mayor, a la que admira tanto como envidia. Ha crecido a su sombra y, aunque la necesita, también la detesta. Camila se ha cansado de luchar contra sus sombras: ahora se entrega a ellas. Sabe que está perdiendo su alma al quedarse en esa casa… pero no piensa abandonarla.