Oskar despierta en el fondo del agujero más profundo que ha pisado jamás. La única opción posible es subir hacia la luz de la cúspide, que resplandece con la promesa de sacarle de allí. Sin embargo, los kilómetros de cuevas y corredores laberínticos no son lo único que se interpone entre él y la superficie.
Pronto descubrirá que en las profundidades existen innombrables peligros acechando desde las sombras, y que los residuos de una humanidad convulsa que trata de alcanzar la perfección frente a la adversidad pueden llegar a filtrarse hasta a las grietas más recónditas del subsuelo.