La misión de Alura parecía simple: ir a la superficie, capturar un buen ejemplar de macho humano y arrastrarlo a las profundidades para que su clan lo usara como sacrificio en los ritos de fertilidad, asegurando así una nueva generación de sirenas. Mientras tanto, Cordelius, capitán del Lamento de la Sirena, se adentraba en una parte muy peligrosa del Mar Embrujado en una última gran aventura, persiguiendo un tesoro mítico que podría sacarlos de problemas a él y a su tripulación.
Cuando sus caminos se cruzan, todo se pone +arriba; carnicería, muerte y destrucción de la propiedad privada son solo el principio. Alura acaba secuestrada en el camarote del capitán, y Cordelius, dividido entre la curiosidad y el sentido común, deberá ocultarle su existencia al resto de los piratas para evitar un motín. Las cosas no pintan mejor para Alura. Si las Sacerdotisas se enteran de que un humano está poniendo a prueba todas sus creencias, castigarán cruelmente a la familia que espera su triunfal regreso en el fondo marino.
Ambos deben endurecer sus corazones, o las consecuencias podrían ser terribles. Las sirenas del clan no perdonan la deslealtad; los piratas ansían destripar a las doncellas que les arrebataron a sus compañeros. Pero, mientras el Lamento continúa su travesía hacia aguas cada vez más extrañas, sirena y capitán se darán cuenta de cuán difícil es odiar a un monstruo cuando te ves reflejado en sus ojos.