El Támesis ya no refleja nada y Londres agoniza en las secuelas de una invasión. Millones de personas han muerto, desaparecido o huido; los que quedan resisten como pueden, solos, en pandillas u ocupando un rango en las erráticas tropas que todavía buscan darle un sentido a una guerra que parece perdida. En las ruinas de lo que alguna vez fue una de las ciudades más seguras del mundo, la humanidad se disgrega en saqueos, pánico y una desconfianza suicida. ¿Es posible que lo que vemos en el espejo no seamos nosotros mismos sino seres de otra dimensión perpetuamente forzados a imitarnos? Hasta hace poco, los imagos habitaban el otro lado de los espejos esclavizados por el hombre tras una guerra antigua y olvidada; ahora gobiernan los cielos, anidan en estaciones de subte y luchan en plena calle con un poderío creciente y bajo formas vacilantes. El azogue –la fina lámina de metal que, puesta detrás de un vidrio, permite que este refleje– ha sido la causa de su sufrimiento y la llave para la liberación. Neutral ante uno y otro bando, Sholl, el protagonista, los ha estudiado a ambos y cree tener un plan para poner fin al exterminio. Con un poder de condensación sorprendente, y un estilo intenso y vertiginoso, Miéville se ha inspirado en una página de Borges para crear una obra que es a un tiempo novela postapocalíptica, de horror, de fantasía, una sutil fábula política y un homenaje a clásicos de la ciencia ficción. Inédito hasta ahora en América latina, El azogue demuestra por qué China Miéville se ha convertido en los últimos años en uno de los principales renovadores de la narrativa fantástica anglosajona.
“Miéville ocupa con naturalidad la primera línea de aquellos escritores que usan las armas y herramientas del género fantástico para definir y crear la ficción del próximo siglo.” - Neil Gaiman
“Enérgico, rufianesco, de inventiva constante, China Miéville continúa con su plan de reconstruir el género fantástico desde el subsuelo.” - M. John Harrison