La debilidad de la carne, la laceración y la mutilación como forma de vida. Solomo ha aceptado con resignación su pertenencia a la carne, su fragilidad. Toda su existencia ha girado alrededor de la pérdida; ha asumido que nada hay más allá, que la permanencia del hueso le resulta ajena, inalcanzable.
Y en un mundo donde la esperanza sólo reside en los hogares de los más poderosos, donde la carne nunca será hueso, el nacimiento de un tumor maligno en las paredes del cuarto de baño puede ser el desencadenante de una tragedia.