La novela más imprevista con el personaje más inalterable. ¿Sería posible imaginar una conjunción de circunstancias que ocasionasen la supervivencia del individuo en apariencia menos apto? ¿Por qué la naturaleza necesita no solo a los especímenes más audaces, sino también a los cobardes o egoístas o tímidos o débiles?
El señor Königsberg tiene un carácter difícil: es arisco, hermético, solitario, no piensa como los demás ni falta que le hace, sus días están marcados por unas rutinas férreas, no suele caer bien ni tampoco es el hombre más atractivo del mundo. Pero tiene determinación. Y, cuando algo se le mete entre ceja y ceja, tras sus grandes gafas de cristales cuadrados, sabe amar como nadie. Cuando todo cambie y se hunda a su alrededor, él permanecerá impasible. Donde otros sucumban, él superará las vicisitudes sin grandes esfuerzos. Cuando el planeta entero se transforme, no una sino varias veces, ni los giros más disparatados alterarán un ápice la inmutabilidad del señor Königsberg. Y es que ni siquiera los cambios de género del nuevo libro de Juan Jacinto Muñoz Rengel, que mutará de la novela-Bartleby a la fantasía, a la ciencia ficción, a lo pulp, la literatura postapocalíptica o la utopía feminista, serán capaces de alterarlo. Ninguno de esos cataclismos. Porque no es posible encontrar un protagonista más a prueba de bombas.