En medio de las ruinas de la civilización humana, una mano se alza, implorando a las nubes y a los truenos, al sol y a la tormenta, la respuesta concreta a una sola pregunta. Del resultado de su interrogatorio dependen las edades del mundo, la paz y la guerra, el espíritu de las especies, el cénit de la vida eterna y el oasis rotundo de la muerte. De la solución a esta incógnita depende todo.
Pero ni siquiera el Ingenio que exige esta respuesta sabe cuál es la pregunta.