Cuando las cosas no marchan de acuerdo con lo previsto solemos echarle la culpa a todo lo que nos rodea sin saber que somos dueños de nuestros propios actos. Las decisiones erróneas y las malas amistades influyen en el camino equivocado de forma involuntaria. Llenarse los ojos de objetos y detalles materiales nos hace vulnerables a cometer crímenes muchas veces involuntarios. La vida en la calle nos lleva rara vez por caminos correctos, nos conduce por un sendero sin salida, pero no podemos reconocerlos hasta llegar al final de la vía. Sin saber cómo llegaste miras a tu alrededor y ves un mundo de crímenes, malas decisiones y pasos en falso que a menudo acaban en la cárcel. Sin motivos tomamos el camino más fácil hacia la riqueza y solemos chocar de frente con los barrotes de la celda de 2x2 que nos depara el destino. Criado en el anonimato, sin lazos familiares o parentesco aparente, solemos caminar por el mundo ocupando un espacio y un lugar, pero no marcamos la vida que solemos desperdiciar. En el momento en que nos detenemos a pensar en la vida y en el mal pasado solemos contar con más de cuatro condenas por crímenes menores que nos marcarán a vivir fuera de la sociedad más conservadora y escribir convicto antes que tu apellido o tu profesión, si es que la tienes.