Nadie conoce al responsable de aquellos ataques a niñas de una aldea de montaña. No las mata. Sólo les arranca una pieza dental. La cercanía del bosque sugiere la presencia de un animal salvaje. Las ancianas piensan en un ser fantástico y ancestral: el Machu Lanú.
Cualquiera sospecha de su vecino o de un hombre adinerado, dueño de medio pueblo. Su hija, venida de la ciudad, debe solucionar la incógnita antes de la visita programada del Rey Alfonso XIII.
Ella se sumergirá en una tierra ajena donde habitan seres crueles, inocentes, asilvestrados, cercanos o irreales.
Cada casa es un mundo. Cada barrio es un universo. Cada individuo es un interrogante.
Dudas y certezas se enredan como el ramaje de las higueras muertas.