En 1895 la editorial F. Tennyson Neely publicó una curiosa colección de cuentos fantásticos de una inquietante belleza, El Rey de Amarillo (Gótica 87), obra de un autor norteamericano entonces desconocido, Robert W. Chambers, que con el tiempo se convertiría en libro de culto para muchos aficionados a la literatura de terror, incluyendo al propio H.P. Lovecraf. En varias de estas historias Chambers hace veladas alusiones a una obra de teatro maldita, El Rey de Amarillo, cuya lectura provoca la locura y la desesperación en todos aquellos que se atreven a internarse en sus páginas.
Más de un siglo después, el reputado autor de ficción extraña Joseph S. Pulver Sr. ha reunido en esta antología, Una temporada en Carcosa, a una nutrida nómina de autores de terror contemporáneos y les ha pedido que dejen volar su imaginación en torno a aquella obra maldita de locura y realidades alteradas imaginada por Chambers. La colección reúne veintiuna historias que se aproximan al tema desde muy distintos ángulos y con muy diferentes estilos: Brillantes huesos negros y tenues estrellas negras, de Gemma Files, sobre los inquietantes descubrimientos realizados en las excavaciones arqueológicas de la antigua y misteriosa ciudad de Carcosa; El amanecer de abril, del veterano Richard A. Lupoff, que recurre a su excéntrico investigador de lo oculto Abraham ben Zaccheus, y lo sitúa en San Francisco en los días del Gran Terremoto; El pozo de los deseos, de Cody Goodfellow, una de las más inquietantes, thriller psicológico que nos sumerge en la locura y el terror que experimenta un actor después de recibir un extraño video; o Sweetums, de John Langan, historia onírica y surrealista que juega con la confusión entre realidad y ficción de una actriz que se ve envuelta en un rodaje de pesadilla.