La primera hija, la primogénita, está destinada a heredar el trono. Y Redaris, como nació después de su hermana, está condenada: van a sacrificarla al lobo del bosque.
Pero en el fondo, Redaris casi está aliviada. Atormentada por un peligroso poder que no puede controlar, al menos sabe que en el Bosque Salvaje no podrá hacerles daño a sus seres queridos. Otra vez.
Sin embargo, las leyendas mienten. El lobo es un hombre, no un monstruo. Su magia es una oportunidad, no una maldición. Y si no aprende a usarla, los antiguos dioses devorarán no solo el Bosque Salvaje, sino el mundo entero.