En aquel preciso momento, durante una fracción de segundo, cuando el dragón y las aguas hubieron desaparecido, apareció algo mortal y real.
Aquello llegó desde una distancia que, comparada con la de las estrellas más lejanas, correspondía a un solo paso de un largo viaje.
Aquello llegó a una velocidad que, de ser comparada con la velocidad del pensamiento, hacía esta última despreciable.
Aquello llegó por el camino oscuro y pavimentado con el que Paul soñó mientras volvía al hotel en el día en que viera al Nigromante por primera vez.
Aquello era ciego y joven y todavía no estaba completamente formado, pero paul reconoció en ello a su enemigo sin armadura.
Y aquello golpeó.