Habían nacido después de la gran explosión y pertenecían al género humano, pero eran diferentes. Habían perdido el pelo y ganado un nuevo sentido, la telepatía. Podían leer la mente de otros hombres, conocer sus pensamientos más secretos, prever sus actos. Por lo demás, amaban, sufrían y deseaban las mismas cosas que los hombres "normales". Pero, ¿podría soportar la sociedad a una minoría de telépatas en su seno? Tal vez en sus manos estuviese el porvenir de la humanidad, pero se les despreciaba como a una raza maldita.