En esta primer antología de cuentos Gabriela revive a sus ídolos literarios; intima con la vida y la muerte; dramatiza sobre el futuro del planeta; recorre el mundo e irrumpe en el territorio definitivo de lo fantástico, desde la más palpable de las realidades. Dijo Liliana Díaz Mindurry, prologuista de la obra: «Leer este libro me produce muchos sentimientos. Participo de su hechicería, de su ironía fina, a veces sarcástica, de su ternura melancólica pero también entusiasta. Percibo ese entusiasmo, esa energía de los que verdaderamente tienen vocación de escritores y de brujos. Nadie escribe bien sin brujerías, sin sortilegios, sin ser poeta aunque se escriban narraciones. Sin quebrar a la muerte, sin encandilarla para que se retire o no dañe, burlándola... Si la muerte es nulidad y fracaso, quebrantar su prohibición es, como en este caso, escribir buena literatura!»