Pilar Pedraza sintió desde niña una irresistible fascinación por la mitología griega y, fiel a esa temprana epifanía que a menudo marca toda nuestra existencia, ha dedicado la suya al estudio y la enseñanza de la historia de la cultura. Pero este amor por el mundo antiguo acabará abriéndose paso y protagonizará muchas de sus fantasías y creaciones literarias. De él nace, como una ofrenda devota a los dioses de la antigüedad, su trilogía Las antiguas, tres novelas protagonizadas por mujeres y ambientadas en el mundo clásico: La perra de Alejandría (2003), Lobas de Tesalia (2015) y El amante germano (2018).
Eros ha muerto nos habla precisamente de la pervivencia de esos dioses desde los tiempos antiguos hasta nuestros días. Julia, profesora de Historia del Arte, narra cómo diferentes avatares de su día a día –un sueño, una clase, la visita a un museo– le evocan anécdotas relacionadas con los niños del Olimpo: Antero, Ganímedes, Psique y sobre todo Eros. Algunas de las historias revisitan mitos clásicos ( Flechazos sonados , Huevos de cisne ), otras inventan nuevas aventuras para los dioses ( Puella suspensa , La cortesana revenida ), pero todas ellas nacen de la familiaridad con la mitología y su influjo a través de la Historia. Tras un breve texto introductorio, El huevo cósmico , se desgranan relatos sobre las travesuras y tiranías de Eros con los hombres y con el resto de los dioses, sin olvidar las perversiones del afecto, en las que también anda implicado: la prostitución, la pederastia, la necrofilia, el sadismo o la agalmatofilia.