Hodge Backmaker es un habitante de la Nueva York del siglo XX: una ciudad de calles adoquinadas e iluminadas por lámparas de gas, donde los dirigibles sobrevuelan rascacielos que apenas alcanzan diez pisos, los tranvías tirados por caballos compiten con los minimóviles, y las bandas de gángsters imponen la ley ante la incapacidad del estado.
En este mundo, la Confederación ganó la Guerra de Secesión americana y consiguió su independencia, dejando unos Estados Unidos residuales que se han hundido en un marasmo de miseria y colonialismo. Mientras que la esclavitud no ha desaparecido en una Confederación que se ha extendido hasta abarcar todo el sur del continente, en la atrasada Unión se fomenta la servidumbre como única forma de escapar de la espantosa pobreza, la lucha política se libra con extrema violencia y Nueva York no es sino una ciudad de provincias donde resuenan rumores de una nueva guerra que puede terminar definitivamente con los Estados Unidos.