Modh y su hermana pequeña Mal son capturadas junto a otras niñas de su poblado nómada por los hombres de Bela ten Belen, para conducirlas a la fuerza a la Ciudad donde serán criadas como esposas-esclavas por las mujeres de su familia y engendrar así a sus hijos. En la brutal incursión, ancianos y niños fueron masacrados sin piedad, aprovechando que los adultos se encontraban ausentes. Durante la penosa marcha de regreso, un guerrero abandona a una bebé capturada para que muera, demasiado débil y enferma como para sobrevivir. Modh suplica que sus restos sean enterrados en el camino, para que su alma encuentre la paz y no les persiga eternamente, pero sus ruegos no son atendidos.
Ya en la Ciudad, como niñas salvajes que son, habrán de aprender las normas y costumbres sociales que rigen su nueva existencia en el hanan o casa de las mujeres. Allí se acostumbrarán a una vida de servidumbre entre refinadas comodidades, donde solo el llanto nocturno de la niña fantasma turba su incierto futuro.