Fahrenheit 451: la temperatura a la que el papel se enciende y arde.
Guy Montag es un bombero y el trabajo de un bombero es quemar libros, que están prohibidos porque son causa de discordia y sufrimiento. El Sabueso Mecánico del Departamento de Incendios, armado con una letal inyección hipodérmica, escoltado por helicópteros, está preparado para rastrear a los disidentes que aún conservan y leen libros.
Como 1984, de George Orwell, como Un mundo feliz, de Aldous Huxley, Fahrenheit 451 describe una civilización occidental esclavizada por los medios, los tranquilizantes y el conformismo. La visión de Bradbury es asombrosamente profética: pantallas de televisión que ocupan paredes y exhiben folletines interactivos; avenidas donde los coches corren a 150 kilómetros por hora persiguiendo a peatones; una población que no escucha otra cosa que una insípida corriente de música y noticias transmitidas por unos diminutos auriculares insertados en las orejas.
Además, en esta edición, hay un postfacio de Bradbury al libro escrito en 1993 e incluye dos relatos cortos más: El parque de juegos y Y la roca gritó.
Ante todo: soy muy, muy, muy y mucho fan de Ray Bradbury. En serio. Pero este libro, que curiosamente es el que más se le conoce, es el que menos me atrae. O de los que menos. La idea es fabulosa: una distopía cercana aunque algo descabellada. Sin embargo, creo que la novela en sí es poco más que un paseo (o una presentación) de este mundo futurista. Digamos que el protagonista es el mundo, no ningún personaje, a pesar de las pseudoaventuras.
Sin embargo, me gustó. Aunque con esa idea y esa pluma, creo que Bradbury podría haber exprimido a esos bomberos mucho más. Igual que el final.
17/10/2016
Ha valorado Fahrenheit 451 con una puntuación de 5 sobre 5
20/01/2017