Hacíase llamar Arthur Hidders, vestía ropas al estilo terráqueo y, salvo el largo de su cabello y sus grandes mostachos retorcidos, parecía ser natural de la Tierra. De un metro noventa de estatura, era delgado, de facciones delicadas y cabeza algo grande. Apartando la vista del ojo de buey por el que contemplaba el espacio, miró a Eli Pianza con expresión ingenua, casi infantil. Muy interesante... ¿pero no es un tanto fútil? ¿Fútil? dijo Pianza con gran dignidad. No acierto a comprender. Hidders abrió los brazos al tiempo que replicaba: La Central-Tierra ha mandado comisiones al Planeta Grande desde hace quinientos años y una vez cada generación. A veces regresan con vida sus componentes, pero con más frecuencia no vuelven. En cualquiera de los casos, no se consigue nada, unos pocos investigadores pierden la vida, se gasta mucho dinero, los habitantes del planeta se ponen furiosos y las cosas siguen como hasta ahora. Lo que dice usted es verdad asintió Pianza, pero esta vez quizá, resulten de otro modo las cosas. Hidders enarcó las cejas y encogióse de hombros. ¿Acaso ha cambiado el Planeta Grande... o la Central-Tierra? El otro miró a su alrededor con cierta desconfianza. Se hallaban en la sala de descanso, la que estaba desierta, excepción hecha de una Hermana del Socorro que estaba sentada completamente inmóvil, como si estuviera entregada a la meditación.
Jack Vance es un autor de culto de ciencia ficción. Ahora tienes la oportunidad de sumergirte en su obra, alabada por la crítica.