El hombre del traje gris (L'Homme au Complet gris) es un pastiche holmesiano del escritor francés Arnould Galopin. Pertenece a la serie de "Allan Dickson, el Rey de los Detectives australianos" (que se remonta, al menos, hasta 1906), y recoge el segundo encuentro conocido entre SHERLOCK HOLMES y JACK EL DESTRIPADOR. La novela se publicó originalmente por entregas en el diario parisino Le Journal durante 1911, y no ha visto la luz en castellano desde el año 1927. En este volumen recuperamos aquella primera traducción, revisada por Alberto López Aroca para esta edición.
La obra relata el encuentro entre el sabueso australiano Allan Dickson, que en su llegada a Londres cruza sus pasos en los muelles con el gran detective "Herlokolms" (un pseudónimo inventado por Galopin para poder utilizar al Sherlock Holmes de Conan Doyle, a la manera del "Herlock Sholmes" de Maurice Leblanc en las historias de Arsène Lupin): desde ese momento, en colaboración -y también, en caballerosa competencia-, tendrán que investigar unos atroces crímenes cometidos por un misterioso individuo al que se conoce por el nombre de Jack el Destripador, en un sorprendente relato en el que nada es lo parece y que rinde homenaje a una tradición iniciada por el Dupin de Edgar Allan Poe...
Además, incluimos en este volumen el conocido (aunque en verdad infame) pastiche alemán de 1907 titulado originalmente Wie Jack, der Aufschnitzer, gefasst wurde ("Cómo atraparon a Jack el Destripador"), perteneciente a la serie sobre Sherlock Holmes Aus den Geheimakten des Welt-Detektivs (que en castellano se conoció como Memorias íntimas del Rey de los Detectives), con el primer duelo entre Holmes y el Destripador. Se trata de un texto de importancia histórica dentro de los hitos del pastiche holmesiano, que ha servido como base para numerosas referencias: el paródico Sherlock Holmes de Jardiel Poncela mencionaba este (y no otro) encuentro con el Destripador; Sir Tim O'Theo (de Raf) utilizó la misma artimaña que Holmes para atrapar a Jack; y el mismísimo Baring-Gould se inspiró en esta novela corta para contar la intervención del Maestro en los Crímenes de Whitechapel, en su célebre patiche/biografía Sherlock Holmes de Baker Street (1962).
El lector está ante una lectura absolutamente disparatada en la que las víctimas del Destripador se multiplican por ciencia infusa, nuestro Holmes se convierte en el héroe de acción que retrataban los anónimos escritores alemanes (pistola en ristre, testerazo y tentetieso al estilo Roberto Alcázar y Pedrín), y se codea con personajes históricos como el comisionado Charles Warren, encargado de la investigación real de los asesinatos de Jack el Destripador.
Como complemento, tenemos dos relatos breves de Allan Dickson publicados en 1906, que sirven como carta de presentación de un personaje envuelto en misterios bibliográficos y de autoría, que merece reivindación; así como un extenso prólogo, notas e introducciones a cargo del editor de esta obra, Alberto López Aroca. ¡Ah! Y también hay monos.