Paulus Kempf, agitador político, escapa de una redada de la policía y va a refugiarse entre los bosques a la orilla del lago Superior, en Michigan, donde es acogido por una familia de origen finlandés. Mientras permanece en la pequeña comunidad, se aprovecha de las supersticiones de los finlandeses y las modela en torno a una gran cabeza de piedra que domina la orilla del lago: El Dios de Piedra.