¿Quién está detrás del espíritu o droga de la invisibilidad, que tantos apagamientos elegidos –eufemismo de suicidio– ha causado?
Eso es lo que investiga la agente Santos Ololquiaga, del Departamento de Armonización e Higienización de UniComplex, el organismo que domina el mundo mediante neurochips de bienestar y salud, o más bien de localización, vigilancia y control sanitario-policial.
Todas las personas apagadas por propia elección tienen algo en común: han pasado por el DumDum, un estudio-laboratorio de grabación y remezcla de psicovisiones –visiones mentales, ensoñaciones, alucinaciones sonovisuales compartibles y comercializables– regentado por Antonio Vigo en Granada. Con la ayuda de la farmacéutica Ruth Rull y la complicidad de Voight (también llamado Stein), Vigo usa, instala y vende dispositivos antivigilancia que desparasitan el cerebro y lo dotan de invisibilidad, rehuyendo así la tecnología de control. Una vez pasado el efecto de la droga, quienes se la han inyectado se sienten observados de nuevo por los neurochips y desarrollan un insuperable síndrome de abstinencia.