Tres deben ser las verbalistas, poderosas brujas que controlan la verdadera lengua, la lengua que configura la realidad. Tres nombres: uno asignado al nacer, uno para protegerte, otro para cambiarte. Tres para la inocencia, los cuidados y la venganza, para cambiar la realidad sin romperla, para no interferir en el gran diseño de las cosas.
Deben ser tres, deben conocer el tercer nombre de la bruja que desafió sus normas y desata el caos allá donde va. Una pena que para completar su aquelarre y devolverlo todo a su lugar dependan de una niña que lo único que conoce es el silencio.