La escritora y artista plástica Leanne Shapton reinventa las historias de fantasmas con un collage de materiales fascinantes.
¿Cómo sería el libro de visitas de nuestras vidas si pudieran leerse en él las huellas de los muertos? Con una poética absolutamente singular y sugerente, la escritora y artista plástica Leanne Shapton utiliza todos los recursos literarios y visuales (fotografías, planos de casas encantadas o hermosas acuarelas pintadas por ella misma) para jugar a reinventar las viejas historias de fantasmas, esos seres que, como decía James Joyce, se han desvanecido hasta ser impalpables por muerte, por ausencia o por cambio de costumbres. contiene una galería de relatos inquietantes y divertidos, pero también hondamente conmovedores, que muestran de diversas maneras lo que todxs, de un modo u otro, hemos aprendido: que los fantasmas del pasado nunca dejan de visitarnos ni nosotros dejamos de esperarlos, pues ellos son la fuente de nuestro epto y también de nuestro consuelo.
«Gran parte del libro trata sobre el hecho de ser visitante o anfitrión, ser invitado o no invitado. Me interesaba jugar con la idea del invitado (guest) y su relación etimológica con la palabra fantasma (gosht), y hacer que un invitado a una fiesta fuese, en realidad, un fantasma. Uno de los personajes del libro, Edward Mintz, va a 38 fiestas en una noche; algunas son en Londres, otras en Los Ángeles, está en todas partes».
En otras páginas se habla, entre otros, de un campeón de tenis cuyo entrenador en la cancha parece ser un amigo imaginario, una mujer a la que se le adhiere un espíritu durante una excursión a la cárcel de Alcatraz o numerosos fantasmas, espeluznantes o juguetones, tristes o emocionados, que regresan a los lugares donde estuvieron vivos para devolver la mirada de curiosidad y extrañeza a esos humanos enigmáticos.