Aoileann tiene diecinueve años y nunca ha salido de la isla donde vive. Su madre, muda y postrada en cama, es una ruina, una superviviente de un desastre del que nadie osa hablar. La joven pasa los días entre el miedo que le tienen sus vecinos y la desesperación y el anhelo por tener una familia normal. Cuando Rachel y su bebé recién nacido llegan a la isla, se convierten en una obsesión para ella.