Admirado y denostado a partes iguales, H.P. Lovecraft es una de las fuerzas motrices del género de terror, en especial cuando este discurre por los extraños caminos del horror cósmico. Así como en la industria se sigue utilizando el petróleo a pesar de la aparición de las energías renovables, el escritor de Providence sigue siendo el combustible con el que las nuevas generaciones de creadores alimentan sus motores, muy a su pesar. O no.
En Combustible Lovecraft hemos querido reunir a una serie de escritores que ayuden a contaminar el imperio de lo supuestamente lovecraftiano con su visión única del género de terror tentacular y nos obliguen a mirar directamente al vacío insondable que se cierne sobre nuestra existencia.
El verdadero terror cósmico lovecraftiano ha mutado. Ya no necesita ciudades sumergidas, casoplones coloniales ni escenas sobreadjetivadas para infundirte temor reverencial. Está en el aquí y el ahora. En la España profunda y en la España perroflauta. Y se te va a aparecer tanto si invocas su nombre en misa como si lo haces en un concierto de dubstep en el Sónar. Ha mutado, pero sigue estando más allá de tu comprensión. ¿Por qué elegir el mal menor?
Juanma Santiago