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En el corazón de la galaxia

Verón, Daniel

Al contrario que en las demás obras de esta saga, aquí la Cruzada Interestelar se adentra específicamente en el núcleo de la Galaxia, en donde los mundos están mucho más cerca uno de otro y palpitan infinidad de civilizaciones y extrañas formas de vida.

Aquí la Flota de la Federación llega al planeta Arturo-17, en donde conocen una curiosa civilización enteramente compuesta por niños de apariencia común. Los  hay que parecen de 1 año hasta 10 o 12 aproximadamente. Se los ve encantadores, limpios, educados y hasta hay algunos que trabajan para mejorar sus condiciones de vida. Aquí, tal vez la mayor sorpresa que se lleva el almirante es que, el pequeño grupo que sale a recibirlo, lo quieren adoptar como su padre; no de uno, sino de varios en común.

A continuación se realizan diferentes visitas a su sociedad. Por doquier se ve un estado de paz y estabilidad como no lo hay en muchas otras partes. La doctora Loren incluso, lleva a varios niños de visita a la nave principal. Subrepticiamente, sin que lo noten, realiza análisis en varios de ellos. De a poco, el misterio comienza a aclararse.

Vemos que el programa genético de su raza ha sido alterado. En términos convencionales, todos esos niños tienen varios cientos de años de edad. Su crecimiento ha sido retardado artificialmente. Es más; no hay ninguno que supere una cierta edad. Todos tienen un tope como de 300 años terrestres. En cuanto a su sociedad, ésta parece mucho más antigua. Lo único que hacen los niños es mantenerla para que no se deteriore.

Pero luego asistimos al desenlace. Encariñado con una niñita rubia llamada Melin, Gedeón toma una decisión de gran importancia. Habrá de “adoptar” un grupo de niños para llevar en las naves y así enseñarles lo que es la Galaxia; quizá de ese modo logren progresar. Sin embargo, cuando todos parecen dispuestos para ello, imprevistamente aparecen en el cielo varias naves en actitud de guerra y los federales esperan ver quiénes son. Una serie de personas se presentan, especialmente una mujer, Albari, que se dirige a Gedeón. Ellos son los verdaderos padres de los niños y de ninguna manera permitirán que se los lleven. La conquista de nuevos mundos ha alejado a los adultos, pero sus científicos concibieron este método para no exponer a sus niños, ni abandonar su mundo completamente. Cuando Gedeón se despide de los niños es un momento de gran emoción.

Más tarde la Flota llega a Cefeo-4 en donde se encuentran con una civilización que ya practica el viaje en el tiempo desde hace mucho. En este mundo son recibidos por un tal Minoydar, un personaje que supervisa aquella sociedad, junto con otros distribuidos en diferentes partes. Aquí los federales son bien recibidos aunque, a la vez, su anfitrión no parece dispuesto a darles demasiada información. No obstante ello, Gedeón y sus hombres son llevados a una inmensa sala adonde se pueden contemplar infinidad de escenas en distintas pantallas. Interrogado al respecto, Minoydar les señala que se trata de escenas características de las distintas épocas en la historia de Cefeo-4.

Con evidente interés, el almirante y los sabios contemplan diferentes pueblos y razas, pueblos y ciudades que pueden apreciarse en aquella sala. Toca la historia de aquel planeta hasta allí, recreándose permanentemente ante sus ojos como si se tratara de paisajes. Pero esto no es todo. Minoydar y sus ayudantes llevan a Gedeón y un grupo, a otro recinto mucho mayor todavía. Lo que ven es absolutamente increíble. En esta sala, lo que aparece son diversas épocas en la historia de cientos de planetas vecinos.

Llega la noche a Cefeo y los visitantes son alojados en un lugar conveniente. Allí, el oficial Darren explica a Gedeón algo de lo que ha visto: Esta gente utiliza el viaje en el tiempo para someter a otras civilizaciones y así modificar su destino, convirtiéndolos en esclavos suyos. No sólo eso. La historia misma de Cefeo ha sido modificada infinidad de veces, según qué bando sea el que prevalece. Estas gentes no tienen ningún interés científico en el viaje en el tiempo, sino que lo usan para someter a otros y someterse a sí mismos.

Al fin asistimos a la resolución del asunto. El almirante y los suyos apartan a Minoydar del resto. Con una dialéctica brillante, Gedeón le acusa de influir en el destino de su raza y de otras. En realidad, los cefeínos no creen en absoluto en el destino supremo como raza o sociedad, sino que ellos mismos lo van programando de acuerdo a tal o cual interés mezquino. Gedeón les propone, en cambio, abrirse al destino verdaderamente trascendente que ellos poseen como raza. Deberán modificar, sí, su manera de pensar y sus hábitos, pero sólo así descubrirán las maravillas del Cosmos. Hasta ahora sólo han vivido lo que han querido.

Siguiendo el viaje, podemos ver una entretenida historia que sucede en Valos-11, donde la raza dominante está compuesta por una raza sumamente parecida a los perros terrestres. Aquí es la doctora Yernenga la que se instala en su ciudad principal para estudiarlos de cerca. Son de gran interés las escenas en donde recorren una ciudad que está concebida para esa clase de seres. Los federales descubren nuevos conceptos de la belleza y de lo estético en aquel mundo. Incluso, una parte tiene lugar en una especie de terraza desde donde, por la noche, se ve un sinnúmero de estrellas cercanas y aún planetas vecinos que se distinguen a simple vista.

En verdad, son los perros valosianos quienes sienten cierta clase de interés por los humanos, especialmente en lo referente a sus conceptos filosóficos. En una amable escena, la doctora Yernenga procede a enseñarle a un grupo bastante numeroso lo que es la civilización de donde proceden, qué es la Federación, su origen y sus objetivos. De allí la mujer es llevada, unos días después, a un inmenso auditorio, adonde tiene la oportunidad de explicarles de nuevo, todo eso y mucho más; hasta debe responder infinidad de preguntas. Finalmente, los federales parten y los valosianos, de allí en más,  pasan a repetir la historia a sus descendientes, en una cadena sin fin. Gedeón Solar y sus hombres han pasado a formar parte de toda una nueva mitología en ese planeta.

Ahora la Flota se encuentra con el primero de los numerosos imperios que florecen en esta región de la Galaxia. Se trata del Imperio Amarillo (por el color de la piel de la raza principal), con sede en Sigma-3, de características colmenarias. En efecto; aquí eran las mujeres que dominaban en la sociedad, en todos los cargos importantes, en tanto que los hombres eran simplemente usados para la procreación y el trabajo. El primer encuentro del almirante y su comitiva lo tienen, cuando son transportados a una de sus naves y allí, finalmente, conocen a la Emperatriz Asyrdiana.

Se trata de una bella mujer, joven pero a la vez de aspecto imponente, que los reciben con cierta cordialidad. Los primeros incidentes comienzan cuando ella invita  a Gedeón y sus compañeros a una recepción social que se les brindará esa “noche” en su nave. El almirante manda llamar, entonces, a algunas de sus principales mujeres oficiales, pero la emperatriz se opone rotundamente. La invitación es sólo para ellos porque son hombres. Ninguna mujer es bien recibida allí.

La recepción tiene lugar en cierto lugar de la nave, vagamente parecido a un teatro o confitería. Los federales asisten a una serie de representaciones artísticas, sentados en torno a una mesa donde también está Asyrdiana. El tiempo pasa, comen y beben y hasta llegan a conversar algo sobre sus respectivos mundos. No sin orgullo, ella les cuenta la gran cantidad de civilizaciones  sobre las que dominan, pese a que muchas se encuentran alejadas de la zona. Es más; en ningún momento queda claro cómo lo han logrado, ya que no parecen estar haciendo uso de la fuerza. Al fin todo se aclara. Cuando la velada está avanzada, un ayudante procede a comunicarle al almirante la decisión de la emperatriz: Gedeón Solar, como comandante de la Flota, debe tener un encuentro sexual con Asyrdiana. Ahora mismo.

No sólo eso. Las costumbres del lugar indican que el acto sexual se realiza en una especie de mesa, a la vista de todos. Repuesto de su sorpresa, el almirante se niega amablemente, pero sus interlocutores no lo entienden. Negarse es morir y, en el caso de no estar él en condiciones, otro debe tomar su lugar. El caso es que, de una manera u otra, esa es la forma en que ellos someten a otros pueblos. No existe una solución intermedia. Los sabios que acompañan a Gedeón explican que esa no es su costumbre y hasta intentan enseñarles cuál es el verdadero significado de la relación sexual en nuestra cultura, pero no son aceptadas. Instantáneamente, el almirante y su comitiva son encarcelados por tiempo indefinido, ya que se espera que, tarde o temprano, aceptarán.

Allí es donde intervienen los tripulantes de la Flota, pero esta vez liderados por la oficial Marina Harper, que es una de las mujeres de mayor rango jerárquico. Acompañadas por otras tripulantes, ella se comunica con los amarillos y, finalmente, con Asyrdiana. Este hecho revierte la situación. La emperatriz las considera algo así como unas enemigas y procede a atacar la Flota. Tiene lugar una guerra más estratégica que efectiva y, cuando los amarillos creen haber triunfado, el grupo de mujeres se traslada a la nave insignia. Rápidamente son muertos varios amarillos, hasta que llegan a Asyrdiana que, pese a sus esfuerzos, logra ser capturada. La mujer quiere matarse por la humillación que esto significa y porque cree que ellos también desean someter su raza. El desenlace tiene lugar cuando el almirante es libertado y éste le enseña sobre qué es la Federación. La mujer los respeta y desiste, pero su raza habrá de mantener sus costumbres ancestrales. El final está lleno de ironía. A ella, personalmente, los federales no le gustan porque “irradian un feo olor”.

Partiendo de allí, la Flota llega al planeta Joya-9 en donde la Federación ha decidido instalar un laboratorio permanente. Aquel se trata de un mundo de características muy especiales, ya que está situado a unos pocos años-luz del centro mismo de la Galaxia y su civilización es de características similares a la terrestre. El equipo científico que se instala allí está compuesto por varios tripulantes de la Flota, dirigidos por el doctor Messenger. Una vez instalados, Gedeón y sus hombres pasan un tiempo allí interesándose en sus estudios. Aquel centro está específicamente dedicado a la investigación de todo lo que es el hombre en la Galaxia o, al menos, lo que ellos conocen hasta ahora.

En apretada síntesis se pasa revista a todo el saber acumulado. Para empezar, el hombre no es igual en todas partes. Hay órganos que difieren de un mundo a otro; no sólo los miembros exteriores sino, especialmente, los órganos internos. Allí es donde se producen diferencias mayores, ya que tiene mucho que ver el hábitat. Existen sociedades en donde los individuos duermen como el hombre terrestre y otras  en donde no duermen, pero viven proporcionalmente  menos. Algunas razas ni siquiera eliminan sus desechos sino que los reciclan dentro suyo para fortalecer el cuerpo, por ejemplo. Donde más diferencias han hallado es en el tema del sexo, adonde las diferencias no siempre son tan claras y el mecanismo del acto sexual difiere en muchos detalles.

Continuando esta recorrida observan que existen razas absolutamente guerreras, en donde toda su estructura mental está armada en función de la guerra, en otras, en cambio, los individuos se han volcado más a la meditación o a llevar una vida vegetativa. Algunas razas cultivan ciertas formas de filosofía en forma cuasi-religiosa; otras poseen complicadas mitologías de origen incierto. Desde luego que los parámetros de ética, bondad, educación, moral y principios, por ejemplo, varían muchísimo de acuerdo a cada lugar. En esto prácticamente, cada mundo es único. Por supuesto que los conceptos de hogar, familia, el papel de los padres o cierta estabilidad en la pareja, también cambian mucho de un lado a otro. De todas formas, Gedeón ve especialmente interesado a Messenger en estas investigaciones y lo deja trabajar libremente.

Mientras tanto, el almirante y su comitiva recorren la ciudad principal, asombrándose de algún parecido con la sociedad terrestre y con otras que han conocido. Por fin, son recibidos en la mansión de un representante del gobierno, donde charlan cómodamente a la luz de las estrellas. En Joya-9, los habitantes están interesados en pertenecer a la Federación. Hasta ahora, sus viajes espaciales han sido muy limitados y esto, en cambio, les pondría toda la Galaxia al alcance de la mano. Gedeón acepta y procede a informarles algo de lo que conocen hasta ahora. Las viejas historias de la civilización de Altair, la de Faetón y de muchos otros lados reviven, ante la mirada fascinada de su auditorio.

Por último, Gedeón regresa al laboratorio para conocer las últimas investigaciones. Messenger ha llegado a la conclusión de que en la Galaxia no existe otra institución como la Federación, ni tampoco otra raza que posea una conciencia tan desarrollada como el hombre proveniente de la Tierra. No hay otra sociedad humana con esas características. Ellos mismos representan la forma más avanzada, actualmente, en la Galaxia.

— Pero, ¿y en otras galaxias? — interroga Gedeón.

— Almirante, eso nadie lo sabe — le responde Messenger levantando su mirada al cielo  nocturno.