Había llegado a un punto, en el que las cosas habían tomado rumbos muy raros. Habían pasado tres años desde que me escapé de la cárcel y me rescataran de ese basural…
Por integridad, y por algunas deudas contraídas en la cárcel, me había alejado del negocio de las drogas. Por ahí un eventual pase de cocaína intravenosa o acido parasimpático pero nada grande.
Uno de esos raros momentos del día, era justamente al dormir. El sueño siempre era el mismo: Era el año 1332, iba en una caravana rumbo a una fortaleza en Jerusalén. Éramos unas 50 personas, armadas con todo lo necesario para defendernos en el camino, además nuestras capas y banderas tenían una figura principal: una rosa en fondo negro y en la parte inferior estaba en latín la frase “Caballeros de la Fe y la Devoción”
En el camino, llegábamos a una cueva donde pasamos la noche y dado el cansancio del viaje todos quedaban rendidos en el acto. Sin embargo, yo me quedaba despierto, y esperaba hasta que eso aparecía.
La veía en el techo de la cueva, una lagartija transparente casi albina. Lo más inquietante eran sus ojos, de un rosado intensísimo. Al cruzar nuestras miradas, este ser me comenzaban a proyectar en la mente una serie de visiones que iban desde murales llenos de ángeles, pasando por planos con cálculos hechos a manos, un púlpito lleno de mezcladores de sonidos, colores y luces, etc…
Había también escenas de batallas (algunas las había visto en documentales, en la escuela, cuando aún me interesaba la Historia), otras eran de seres deformes que al dar la vuelta tenían una belleza muy particular…
Y al final, el sueño siempre era incoherente: gente corriendo de un lado para el otro dentro de una catedral gigante, siendo pisoteada y yo agazapado detrás del púlpito…pero lo más extraño era siempre esta proporción que se dibujaba en las paredes de esa catedral 1:3:2
Hoy es la mañana del año 2503, es tiempo de tomar un par de píldoras e inyectarme anabólico 33, para mantener la masa y el tamaño que adquirí en la cárcel. Solo así es bueno salir a la calle.
Ese día había pactado una entrevista de trabajo, solicitaban alguien que supiera mezclar música, la paga se veía bien y bueno la zona me era familiar Nupro City Sector 15. Sí, era a 5 sectores de donde todo había sucedido (estaban frescos los recuerdos de mi persecución por traficar la droga The Lord, de la chica cayendo por el rasca cielo en mi cumpleaños y mi captura) pero quería enfrentar a mis demonios; así que decidí vestirme con el traje de aquel payaso que había matado en el basural hace tres años.
Afuera, habían empapelado toda la cuadra con unos afiches que hablan de una Legión Minerva, pero la milicia urbana se encargaba de arrancarlos y luego prenderles fuego. En esos momentos lo mejor es pasar desapercibido y actuar como si nada pasara.
Llegué a la cita y me recibió un tipo medio desgarbado, alto, de ojos negros, cabello oscuro, pinta de adolescente (aunque me dijo que tenía 42 años) y lo reconocí; era el mismo tipo que me salvó hacía tres años en el basural. Le había perdido el rastro (y por lo que veo dejó su trabajo en el basural) y me alegró verlo, aunque él no me reconociera, pero en fin no quería usar eso para obtener ventaja; yo quería el puesto por mis propios medios. El galpón donde me recibió no tenía más que una mezcladora de música. Ya habían dos postulantes más, un par de payasos que no tenían oído o habían sufrido algún defecto que mutó sus gustos musicales luego de aspirar tanto Locnoter.
Yo, simplemente, había llevado una memoria donde tenía mi música, pero al momento de insertarla en la consola salió un mensaje de error de lectura…—¿y ahora qué— pensé.
Enoch (así recordaba que se llamaba este tipo) se acercó y pensé que todo terminaría ahí, era lógico pensarlo ¿qué demonios haces con un tipo que quiere mezclar música y le falla la memoria? —Toma, trata de mezclar esto y si bailo eres el hombre que estaba buscando— me sorprendió, pero lo fue más cuando vi que lo que me daba era una memoria en forma de reptil, una lagartija albina, ¡como la de mis sueños!—así que este será mi día de suerte—pensé. Los ojos del reptil, de un rosa vivo, comenzaron a parpadear y como un autómata, la lagartija-memoria, se dirigió a la consola y se conectó con ella mediante una especie de espina. Apareció una lista de canciones, era una marea incontrolable, como ver piezas de Tetris cayendo a enormes velocidades.
“Deja que tu instinto funcione” era lo que sonaba en mi mente. Me facilitó mucho que la mezcla, en su mayoría, eran canciones del siglo XX (siglo del cual conocía algo), especialmente de una época llamada “Madchester” en honor a la que fue Manchester de finales de los años ochenta y principios de los noventas del siglo XX. Lástima que la ciudad ahora sea una laguna de azufre.
Todo fluyó, fueron dos horas donde estaba componiendo una sinfonía con cada canción que elegía y mezclaba, y el baile nos tomó por asalto tanto a Enoch como a mí.
“Mañana vente a este galpón, conocerás a mi otro socio. No tendrás que convencerlo, el confía en mí. Además te reconocí desde que llegaste, eres el tipo que salvé en el basural; Hernie ¿no?...Es bueno volverte a ver…ah! Soy Enoch, mucho gusto”.—así fue como se despidió y yo regresaba a casa.
Esa noche tuve otra vez el mismo sueño, sólo que con una variante: la caravana por fin llego a su destino, todos bajaron de sus caballos y estábamos frente a la catedral de la fortaleza. Nos esperaban dos monjes guerreros para empezar la misa y en el momento de la comunión pude ver el detalle del cáliz, tenía como relieve a un reptil. Al terminar la misa, ambos daban la bendición a cada uno, y cuando llegó mi turno y estuve a punto de verle los rostros, todo se oscureció… Afuera el amanecer llegó y yo había despertado de golpe.
Esa mañana conocí al socio de Enoch: Kreuz. Ambos eran parecidos, solo que el último tenía una figura más marcial, como que estuviera acostumbrado a dar órdenes.—“Vamos a ir a donde pondrás música desde este fin de semana”— me dijo y nos dirigimos todos al carro-reactor.
Adentro Enoch me inyectó una sustancia que me adormeció, mientras me decía:— “disculpa es necesario que lo hagamos por seguridad del local…no te conocemos aún y además el lugar solo lo conocen por invitación”
Al llegar Kreuz me inyectó otra sustancia que me devolvió la consciencia:— “Llegamos, te presento lo que será tu local de trabajo: El Exilio de Caín”— y lo que tenía frente a mí me recordó otra vez mis sueños: era la Catedral.
“Construimos el Exilio de Caín siguiendo un patrón. ¿Has escuchado de la Iglesia de Santa Sofía? Pues nosotros seguimos el modelo de la nave y la cúpula para esta discoteca. Como verás también existe un púlpito, ese será el lugar de las mezclas o sea, ahí estarás”.
“Acompañamos la música con un efecto en la cúpula, cada quince minutos las formas cambian: el patrón es ángeles-grifos-gárgolas-escenas de las guerras médicas-partes de la batalla de Kursk y luego todo se repite. Cada patrón es exacto y automático”.
“Por otro lado la proporción entre el pulpito, la nave y la entrada es así: 1:9:4, el cuadrado de los tres primeros números según este orden 1:3:2”
Después de la explicación, hablamos sobre mis honorarios, las condiciones de trabajo y firmamos el contrato, que luego Kreuz quemo en mis narices diciendo que era un ritual de confianza como lo hacía un tal Tony Wilson del siglo XX—“la gente es rara”—pensé.
La noche de mi debut llegó, estaba en el pulpito y a la fiesta le llamaban: Reunión de la Fe y la Devoción y otra vez recordaba mi sueño.
Todo empezó puntual, la mayoría de las ciento cincuenta personas que estaban en la fiesta vestían al estilo gothic metal del siglo XXI, Enoch y Kreuz vestían parecido solo que eran más marciales que el resto, en realidad ellos parecían que estaban dirigiendo un ejército… y me fue tan familiar verlos así.
La fiesta ya andaba por la tercera hora, cuando reventó una de las paredes y entró la maldita milicia urbana, y todo era como mis sueños, el desorden de la gente cayendo, pisándose y pensé que otra vez estos me buscaban por lo que había pasado e instintivamente me oculté en el púlpito. Tiempo después supe que habían dado el aviso al Secretariado de Justicia y Protección de la Patria Insular de que La Legión Minerva haría una importante reunión, así que mando a su milicia urbana, nunca falta un informante en todas las fiestas de la ciudad, especialmente en aquellas donde ponían música que estaba en la lista prohibida del gobierno insular y tal parece que el Cold Wave del siglo XX está en esa lista.
De regreso a todo este caos, alguien me habló—“No te habíamos contado esto”— era la voz de Enoch—“Kreuz y yo somos los líderes de la Legión Minerva. Sí, los que empapelamos los muros, así como los que causamos destrozos en los Hornos. Sí también hemos matado gente, pero que ya no lo eran y sí, los perseguidos por el gobierno insular ”—Yo no sabía que pensar; además el ruido de los disparos era infernal—“Mira, toda la gente que está aquí ya está condenada a morir o a desaparecer en alguna de las cárceles. El motivo es que nosotros somos una resistencia que combate al gobierno unificado, pero además somos traficantes de “The Lord”, mejor dicho lo hacemos y traficamos”— Quedé aturdido, en realidad sentí una furia hacia Enoch y Kreuz; por su culpa el gobierno insular me había perseguido al traficar con esa droga y no pararon hasta meterme en la cárcel hace tres años.
“La fórmula le se le apareció a Kreuz, mientras estaba en una catedral en lo que fue Moscú. Él me dijo que fue una epifanía. Al frente tenía la imagen de una virgen rusa, luego esa imagen comenzó a despintarse y formó un charco en el suelo del cual emergió una cabeza media sólida y líquida que vomitó una sustancia mientras que de lo que quedaba de la imagen, se iban formando cadenas de carbonos, hidrógenos, sulfatos y otros elementos.
Kreuz comprendió que ésa era la fórmula de la sustancia que vomitaba esta cabeza, pero aún no entendía para que le sirviera, sin embargo la apunto porque presentía que luego le sería necesario.
Días después comenzaron los intentos de sintetizarla, trabajamos mucho y al final quedó The Lord. Los efectos de apertura de entendimiento es lo peligroso para este gobierno y por eso nos persiguen.”
Hice una pausa y le hice la pregunta—“Entonces todos estamos metidos hasta el cuello en esto ¿no?—“Sí, así que toma esta pistola y comienza a matar a esos que vienen por ahí”—respondió Enoch
Tengo que confesar que me causo mucho placer matar a esos malditos milicianos, aunque el olor de tanta carne chamuscada me dejó una alergia que aún me dura.
De la pelea logramos escapar 50 personas, las otras espero que hayan tenido mejor suerte y estén muertas porque la prisión… bueno yo ya la conocía.
Ahora (y lo más importante) es que por fin entendía que mi destino, junto con los de Enoch y Kreuz, estarían para siempre unidos, muy a mi pesar.