Todo el mundo sueña.
Al soñar, el cerebro sólo genera una integración defectuosa de recuerdos, de hechos, de deseos... Los sueños no son sino cascadas de señales cerebrales apagándose y encendiéndose. Son válvulas de escape de la realidad cotidiana y sólo son reales durante esos escasos momentos de lucidez que preceden al despertar.
Pero Kyle no sueña como los demás.
Los sueños de Kyle son siempre más vívidos, más reales. Mucho más reales que los del resto de la gente. Los sueños de Kyle no mueren con el alba: son otra realidad. Kyle lo sabe muy bien. Sabe que la vida de sus sueños es tan real como la que tiene al despertar, y sabe que eso le hace diferente de los otros niños. Lo que Kyle no imagina es lo que implica ser especial.