Es una novela de ciencia-ficción arqueológica, de un futurismo que el autor sitúa en un pasado intemporal. Es la fantasía de un mitólogo, de un sabio que aprendió el deporte de la vida en el estudio de los mitos. En Nueva Creta hay, sobre todo, magos y archiveros: ello tal vez se debe a que en ese país se ha abolido el tiempo "en la misma ocasión en que se decidió a abolir el dinero; pues el poeta Vives rogó apasionadamente: "Puesto que el tiempo es dinero, al tiempo hay que destruir".