Si la segunda parte de Cántico por Leibowitz mostraba, básicamente, el despertar del nuevo enfrentamiento entre la Iglesia y la ciencia, en San Leibowitz y la mujer Caballo Salvaje se trata de la oposición entre la Iglesia y el poder secular en las inhóspitas tierras de las montañas Rocosas, habitadas por los nómadas. Esos nómadas son los nativos americanos, con una cultura parecida a la de los pieles rojas y cuya religiosidad se compara al catolicismo restaurado. San Leibowitz se enfrenta (o tal vez colabora) con la mujer Caballo Salvaje en las visiones del protagonista, el hermano Dientenegro, obligado a viajar por un continente dividido por la naturaleza, la política, la guerra y la religión. Dientenegro participa casi involuntariamente en las intrigas y conspiraciones del cardenal Ponymarrón, para ser testigo de rebeliones, asesinatos y sacrificios humanos y, también, para conocer el pecado, que hasta ese momento la vida monacal ha mantenido a raya. Picaresca y apasionada, magnífica, sombría y asombrosamente real, San Leibowitz y la mujer Caballo Salvaje es un relato brutal, brillante y cautivador, lleno de misterio, misticismo y arrebato divino: un nuevo clásico que perdurará en la memoria del lector.