Un director de cine cuyas últimas películas ya no logran el impacto de las anteriores se gana la vida haciendo vídeos corporativos. Un día recibe el encargo de rodar para una empresa de seguros y, durante la grabación, un grupo de desconocidos se cuelan en un plano, recreando la famosa escena de la escalera de Odessa de la película El Acorazado Potemkin, y luego desaparecen.
Lo ocurrido forma parte del signo de los tiempos: los actos recreacionistas —sabotajes con una impronta nostálgica— son cotidianos en una sociedad que parece haber dado por perdido el futuro y vive seducida por el pasado. Son días en que, como si de una gran recreación histórica se tratase, todo el mundo se entrega al remake. ¿Quién quiere vivir algo nuevo cuando se puede volver a vivir algo ya conocido?