Los cuentos que componen Playa terminal pertenecen al período de la carrera de J. G. Ballard, un escritor nacido en Shangai en 1930, de padres ingleses, dedicó a la exploración de los espacios interiores que la ciencia ficción había ignorado hasta entonces. Poco antes de iniciarse la Segunda Guerra Mundial, Japón invadió China y Ballard pasó dos años en un campo de concentración japonés, experiencia que se vería reflejada en dos novelas: El Imperio del Sol (llevada al cine por Steven Spielberg) y La Bondad de las Mujeres. En artículos publicados en medios ingleses de la época, Ballard ha preconizado una ciencia ficción más introspectiva, que examine los paisajes del tiempo, la búsqueda de la identidad, los arquetipos, los temas ontológicos (la fenomenología del universo, la existencia misma de la conciencia), asuntos que permiten toda clase de metamorfosis y variaciones en las que la ficción interactúa con la realidad y viceversa. En Playa Terminal, cuentos como "Los cazadores de Venus", "Menos uno", "Despierta el mar", "El último mundo del señor Goddard", "Las tumbas del tiempo" y "La tarde repentina" son cabriolas jugadas sobre delirios y visiones. Un cazador de seres extraterrestres logra la complicidad de un científico obnubilado; el director de un loquero maneja a su antojo la identidad de un paciente que se fugó del mismo; el océano es una presencia aterradora, surgida de los abismos geológicos y psíquicos y al mismo tiempo no existe; un demiurgo propone la existencia de un microcosmos de juguete en la que la paradoja de mundos infinitos está representada por el encierro de cada nivel en una caja; las imágenes y los cuerpos se funden en un dédalo de memorias virtuales provistas por un ente cibernético; dos hombres intercambian sus cuerpos tras librar un combate de recuerdos tramposos y sucios.El cuento que abre el libro y le da el nombre, es una prueba perfecta de la interacción entre el mundo físico y el psíquico; una eficaz y estremecedora transmisión de datos invisibles acerca de una humanidad empecinada en conseguir su autodestrucción, mientras que "Final de partida" explora las relaciones del poder y la jerarquía a través de la relación que se establece entre un acusado y su cercelero-verdugo mediante la detallada descripción de una partida de ajedrez y en "El hombre subliminal" Ballard se adelanta varios años en la exploración de las relaciones entre la publicidad y el consumo con la mente del individuo al que se desea manipular y conducir. La crítica ha comparado a Ballard con Herman Melville, Ray Bradbury y William Burroughs, pero si nos atenemos a las infinitas posibilidades con las que trabajó en más de 40 años de carrera, también hallaremos ecos de Franz Kafka e insoslayables referencias a Carl Jung, su tácito modelo en los abordajes de las asimetrías psicológicas que lo apasionan.--- (Sergio Gaut vel Hartman) ---- Fuente: http://es.shvoong.com/f/books/68412-crash/#ixzz1g3fxzGqb