Hoy es el gran día. Heka está preparada para convertirse al fin en una mujer adulta. Como manda la tradición, su abuela, la persona más vieja de su familia, debe enseñarle a cruzar por primera vez el Río de Arena, a ajustarse bien el arnés y, lo más importante de todo, a ceñirse bien el velo que la acompañará el resto de su vida. Es aquello que la identificará en sociedad, aquello que le permitirá elegir qué emociones expresa y, por encima de todas las cosas, es lo que la protegerá de la arena.
Los peces de plata no deben mirar al Río, porque en él habitan espíritus que podrían devolverles la mirada.