El protagonista es el inmortal Robert Hedrock, creador de la armería como una forma de "corregir" la totalitaria autocracia que representa el gobierno imperial, en este caso en manos de la emperatriz Innelda. El modo en que puede conseguirlo es cuando menos, original, puesto que las armerías surten de armas a todos aquellos que lo solicitan pero su único uso puede ser defensivo. Incluso hay una especie de control "psicológico" de aquellos que desean adquirirlas. Así, servirán para que el ciudadano común no se vea inerme ante las injusticias cometidas por la maquinaria imperial, podrida por la corrupción, que llega incluso hasta el ejército, cuyos cargos son sólo asequibles a la población de mayor poder adquisitivo.