Tres personas viven en un loft entre receptáculos de energía, la vida de oficina despierta la nostalgia por la escritura; algunos buscan el punto donde se concentra lo desconocido: la antena de la realidad. Adentro, ocurren visiones, existen ranuras por donde ingresan otras apariencias, pero en la calle también habita lo imaginario. De esto habla el relato «La trama», un texto en el que abunda el agua en forma de pedazos de vidrio o espejo, iniciaciones al revés por medio de descensos a los intestinos de la tierra, al mundo subterráneo donde está la instancia de los brujos, los sótanos o las cuevas. Donde todo aquello que se busca, finalmente parece ocultarse.
Quizás «El lenguaje secreto» continúe el primer relato extendiendo la pregunta en forma de madeja de lana; en este segundo texto, un personaje buscará la llave correcta para acceder a una casa antigua del siglo XIX, y entrar en esa oscuridad donde aguarda el vestido de lo Real. La ciudad tiene un lugar de experimentación, por ello el tiempo no funciona igual, quizás por ello hay trances involuntarios, sobres sellados con cera, animales en la penumbra, mensajes a través de aparatos y un mensajero hermético, que conoce las arquitecturas oníricas o el ombligo del submundo. En silencio, los ascetas viven en celdas o vientres donde meditan, burbujas que se rompen ante cualquier pregunta. En esta historia, todos tienen un secreto.