Al amanecer, el conejo arrimó el hocico a los barrotes de la trampa, los impulsó hacia arriba... y quedó en libertad. De ahora en adelante el dominio del hombre sobre el mundo animal había terminado. Antes del desayuno, un niño de diez años se puso a enredar con unos signos matemáticos por su cuenta... e inventó el cálculo diferencial. El sistema de enseñanza en toda la nación había quedado de pronto anticuado. A media tarde, la oficina de Peter Corinth en el Instituto de Estudios Avanzados zumbaba de excitación. Rabian llegado los primeros informes, y Corinth silbaba al pensar en las consecuencias. Era demasiado pronto todavía para que el mundo se diera cuenta de Qué ocurría. «Pero mañana -pensó Peter-, mañana se iba a empezar a hablar de aquello de verdad.«Se hallara dispuesta a ello o no, la humanidad iba camino de una exaltación mental estupenda. Comenzaba una nueva era más excitante y más intensa, y ya nada sería como fue antes.