En esta novela el padre Mael descubre una isla y cree que los pingüinos son hombres subdesarrollados. Debido a su fe cristiana, cree necesario bautizarlos: después de bendecir el agua de las cascadas y colocarles una gota de agua pura en la cabeza a cada pingüino, pronuncia las palabras rituales. Al conocerse la noticia, hubo una conmoción. los letrados y doctores discutieron para aclarar la naturaleza de ese bautizo, y llegaron a la conclusión de que el sacramento había sido válido. Por tal motivo, al convertirse al cristianismo, de ahora en adelante los pingüinos debían de ganarse el cielo.