Su magia debe permanecer oculta.
Julia posee la asombrosa capacidad de no ser vista. No es exactamente el don de la invisibilidad sino, más bien, el arte de engañar los sentidos de humanos menos extraordinarios que ella.
El suyo es un don peligroso en una ciudad en la que han prohibido absolutamente todas las prácticas mágicas y en la que los acusados de brujería son ejecutados en actos públicos. Pero también es un don muy útil para convertirse en ladrona y espía. Y Julia sabe que en el mundo del crimen se paga muy bien.