Eugenides se encuentra en un aprieto. Está acostumbrado a que le traten con cierta cautela, a veces incluso con respeto, pero ahora sufre las bromas, los insultos y las intrigas de la corte de Attolia, y su paciencia se está acabando. Un día rescata a un joven y temperamental soldado de la guardia de palacio y, como suele ser habitual, nada es lo que parece.