Cuando el infortunado astrofísico Dr. Warren Osborn, descubrió el misterioso elemento, al que bautiza con el nombra de Magallanium, estaba muy lejos de sospechar que había descubierto, simultáneamente, la materia superdensa que forma las estrellas llamadas enanas y el material que permitiría que el hombre saliese de la Tierra a bordo de las primeras astronaves cósmicas.