La historia continúa doce años después del ascenso de Paul Atreides a la jefatura de los Freemen en Arrakis, y de su nombramiento como Emperador del mundo civilizado. Bautizado por sus acólitos como Muaddib, inicia involuntariamente un culto a su persona y mito, prendiendo en todo el imperio la fulgurante llama de la yihad que tanto tiempo trató de evitar: los Freemen se han transformado ahora en un invencible ejército que invade y sojuzga planetas infieles.