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El juego de la mente

El juego de la mente
Spinrad, Norman 1980
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Eran dos destacados ejemplos de la «gente guapa» de Hollywood: Jack Weller, realizador de televisión, director de cine, y Annie, su esposa, actriz; dos personas atractivas, brillantes, de vida más que acomodada, y que se amaban. Hasta que Annie se interesó por el Transformacionalismo. Al principio, Jack no le dio importancia: una de las muchas doctrinas de «mejoramiento personal» que en California se ponían de moda para luego caer en el olvido más absoluto. Pero Annie empezó a cambiar. De la noche a la mañana, Jack se encontró con que el Transformacionalismo le había robado a su esposa. Y ahora iba tras él. Cuando pretendió combatirlo, se sumergió en una pesadilla de poder desenfrenado y descubrió un imperio clandestino cuyo control alcanzaba hasta la más ínfima partícula de la sociedad. Para recuperar a la mujer que amaba tuvo que apostar su futuro (y todo lo que para él tenía algún valor, incluida su propia alma) en un juego aniquilante contra un maestro de la ilusión y el engaño.

Cuidado. Está ahí. Lo toca todo, lo corrompe todo. Por propia voluntad, deslumbrado por el anhelo de superación, de perfección, de trascendencia, tú escucharás su insidiosa llamada y sucumbirás a ella hasta perder la identidad y el alma. Parece una pequeña cosa, quizás una moda pasajera, quién sabe si un capricho de gente inquieta, gente que vive febrilmente, siempre insatisfecha, y que ha probado ya todo lo demás. Pero no lo es. Se expande como un cáncer invisible, despliega sus tentáculos como un pulpo monstruoso. Deja que asome sólo su maligno encanto: es El juego de la mente, la fascinación de la pugna intelectual, que abre las puertas de un mundo insólito y fascinante.

En la magistral novela de Norman Spinrad ese mal que acecha cuerpo y alma recibe el nombre de Transformacionalismo. Puede presentarse con otro nombre, bajo otro disfraz, pero sus fines serán siempre los mismos: la conquista del poder mundial, el dominio de las conciencias. Hasta que no queden hombres que merezcan el nombre de tales. Asombroso. Una historia que absorbe la atención y turba el ánimo. Pero, ¿se trata realmente de una historia fantástica?, ¿de una ficción?, ¿de la afortunada elucubración de un gran novelista?






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